Para muchas sustancias K es independiente de la magnitud del campo eléctrico E aplicado (por lo tanto lo es también, de la magnitud de la intensidad de corriente). Tales sustancias se dice que obedecen a la ley de Ohm, las disoluciones de electrolitos obedecen a la ley de Ohm, con la única condición de que E no sea extremadamente alto y se mantenga en condiciones de estado estacionario. En estas condiciones, se puede considerar a la disolución como un conductor electrónico, que sigue la Ley de Ohm. Considerando un cierto volumen de una solución, la resistencia medida R correspondiente vendrá dada por:
R = r × L / A
donde r es la resistividad (en ohm × cm) de la solución, A es el área a través de la cual se produce el flujo eléctrico (en cm²) y L es la distancia entre las dos planos considerados (en cm).
Se define a la conductancia electrolítica (G) como la magnitud recíproca de la resistencia:
G = 1/ R
cuya unidad en el SI es el Siemens (S). Combinando las ecuaciones (1) y (2) se obtiene:
G = 1/r × A/L = c × A/L
donde c es la conductividad de la disolución (en S × cm-1), definida como la inversa de la resistividad, siempre que el campo eléctrico sea constante.
De acuerdo con la ecuación, la conductividad de una disolución es la conductancia de la misma encerrada en un cubo de 1 cm³ (l=1 cm, A=1 cm²).
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